POR: Laura Guzmán
Para poder recomendar nuestros viajes con conocimiento de causa, recientemente estuve a bordo de un crucero de río de la línea AmaWaterways, con un recorrido entre Alemania y Austria. Aquí les comparto mis impresiones favoritas de este viaje de siete días que realicé junto a mi esposo.
UN CHEF’S TABLE A BORDO
El crucero incluye un restaurante llamado Chef’s Table, que brinda un menú de degustación de cinco platos, con maridaje de vinos. Durante el itinerario de siete días se puede solicitar la cena al menos una vez —si hay disponibilidad, puede repetirse una segunda—.
El menú incluye vieiras, costillas, camarones en salsa de menta y una panna cotta de feta, todo maridado con vinos austríacos, desde Veltliner hasta Riesling y Zweigelt. Estaba, en otras palabras, increíble. De hecho, este restaurante es parte de la Chaîne des Rôtisseurs, una asociación gastronómica global a la cual solo se entra por invitación tras una muestra continua de excelencia culinaria. ¡Imagínense el nivel!
DELICIAS EN CADA PARADA
Pero no solo comimos delicioso a bordo. En Ratisbona probamos salchichas en el restaurante más antiguo de Alemania. En Dürnstein disfrutamos de una degustación de vinos en una abadía y hasta nos tocó una degustación de albaricoque —desde grande hasta mermeladas—. En Salzburgo comimos unos chocolates espectaculares con mazapán y pistacho, así como un strudel de manzana. En Viena nadie nos despintó ese cafecito con postre en Aida y el ponche caliente fue nuestro aliado ante las temperaturas del otoño.
LA CIUDAD DE LOS TRES RÍOS
Passau es conocida como la ciudad de los tres ríos, porque en un punto se juntan el Danubio, el Eno y el Ilz. Esa confluencia es bellísima, y mi esposo y yo nos sentamos en un parque al frente del fenómeno, para disfrutar del encuentro. ¡Increíble!
THE HILLS ARE ALIVE
Camino a Salzburgo pudimos hacer una parada en Mondsee. No es un pueblecito muy conocido… excepto que sí. ¡Es el lugar donde se filmó The Sound of Music! Sus montañas y lagos, así como su catedral, son impresionantes.
Sin embargo, esta experiencia me hizo pensar algo: estas paradas son pueblos y ciudades pequeñas en estos dos países, y son puntos que muchos no visitamos a menos que tengamos a alguien en esas ciudades o alquilemos un carro para aventurarnos. Dürnstein, por ejemplo, que tiene una producción vinícola impresionante, no pasa de los mil habitantes. Por eso, creo que ahí está la belleza de un crucero de río como este: me permitió conocer estos puntos con riquezas arquitectónicas, gastronómicas y culturales que no hubiera podido conocer de otro modo.
Fotos: Cortesía de Laura Guzmán
