El mundo de Nickelodeon en Punta Cana

Nuestra clienta Yadhira Pimentel estuvo con su familia en el nuevo resort de Nickelodeon en República Dominicana, y aquí nos resume su experiencia

Cuando escuché que la cadena de televisión Nickelodeon había inaugurado un resort temático en Punta Cana, pensé solamente en mis hijas de seis y tres años. Mi esposo y yo decidimos darles la sorpresa de regalarles ese fin de semana para cerrar con broche de oro sus vacaciones de verano, y hasta a su abuelita nos llevamos.

Antes de llegar, pensábamos que el hotel estaría orientado exclusivamente a los niños, con los padres acompañantes en un segundo plano. Sin embargo, tras pasar un fin de semana en las instalaciones del hotel, no solo comprobamos que Nickelodeon ha pensado en el entretenimiento tanto de los niños como también de los adultos… sino que, aparte, tienen la capacidad de llevarnos a los mayores de vuelta a nuestra infancia. Aquí les comparto un listado de las cinco vivencias más memorables de nuestra estadía.

POR: Yadhira Pimentel

[1] UN “TRAGO” DE BIENVENIDA

“Mira, Mami, ¡como en la televisión, como los muñequitos!” gritaban mis niñas mientras entrábamos al hotel, al ver el logotipo de la cadena infantil. Decir que estaban emocionadas era poco. Para colmo, la recepción de los empleados en el lobby no pudo ser mejor: mis hijas fueron agasajadas con un “trago” de bienvenida, un delicioso líquido verde que, según les explicó el empleado que se los brindó, es lo mismo que toman las tortugas ninja para obtener su color.

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Mientras tanto, en el lobby, yo pensaba que íbamos a encontrarnos con un bombardeo exagerado de los muñecos de la cadena y de los colores estridentes, pero ellos tienen una línea de diseño de interiores que les permite manejar la gama cromática que atrae a los niños, pero con un minimalismo que apela al adulto. ¡Muy bien manejado!

[2] TIEMPO PARA MÍ

Tras llenar un extenso formulario con información de alergias, condiciones médicas, teléfonos de contacto para emergencia e itinerario planificado del día —algo que como madre me dio muchísima seguridad—, mis niñas se quedaron en un área especial de juegos, con piscina de pelotas, laboratorio para hacer inventos y zona de manualidades. Ahí, mientras jugaban, eran vigiladas por un grupo de jóvenes atentas que me inspiraron muchísima confianza.

Los adultos, mientras tanto, pudimos pasear, conversar, ejercitarnos y comer a nuestras anchas.

Un par de horas después, cuando fuimos a recogerlas, las niñas no querían irse: habían hecho nuevas amiguitas hasta sin poder hablar el mismo idioma, y ya se habían coordinado para juntarse al día siguiente para armar unas alas de hadas. Yo no lo pensé demasiado, hasta que la mañana entrante, ya a las ocho de la mañana mis hijas estaban despiertas, listas y demandando ser llevadas a su salón de juegos.

[3] ¡EXCELENTE!

El servicio nos pareció sencillamente excelente —ya verán por qué he usado justamente ese adjetivo—. Desde la persona encargada a la limpieza de las habitaciones hasta el gerente que está observando que todo esté en orden, todos los empleados se conducen con una sonrisa, buscando hacer empatía con los niños. De hecho, a mi me dio con coleccionar con mi cámara todas las sonrisas que veía en los empleados, y terminé con 15 fotos.

Si le preguntas a uno de los colaboradores cómo estás, la respuesta siempre va a ser la misma: “¡Excelente!”. Al darles las gracias, siempre recibimos de vuelta un efusivo “¡Un placer!”. Al par de interacciones, mi esposo se dio cuenta de que ese lenguaje era parte de la línea del hotel, pero también de que ese placer era cierto: los empleados del hotel no brindan un servicio por brindarlo, sino que sentimos que genuinamente disfrutaban de hacernos sentir a gusto, mostrando lo mejor de la hospitalidad dominicana. Si estábamos perdidos, si no conocíamos la ubicación de un restaurante o el horario de un evento, siempre había alguien para darnos una mano y una sonrisa.

[4] UN FOOD TRUCK DEL ESPACIO VENECIANO JAPONÉS

Hablando de restaurantes, el complejo tiene ocho opciones gastronómicas, desde un food truck con hamburguesas artesanales hasta uno de gastronomía veneciana y otra de platillos japoneses; también está Space Walker, donde todo, desde los trajes de astronautas de los meseros hasta la decoración, sobrepasa nuestra atmósfera. Asimismo, el restaurante buffet cotidiano, Sugar Cane, tiene noches especiales —como el especial de langostas que nos tocó un sábado—.

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Si les dije que los empleados nos atendían con gusto, no era exagerando: mi mamá nos acompañó en este viaje, y cuando escuchó que había un restaurante japonés quiso visitarlo para rememorar el año que pasó estudiando en ese país. Lamentablemente, las reservaciones estaban agotadas, pero mi mamá quiso pasar por allá apenas para ver el ambiente. Al enterarse de esto, el gerente del lugar le preparó una mesa a mi madre afuera, donde le llevó un servicio de tres platillos acompañado de sake, con todo y los vasitos tradicionales casi en miniatura. Le hicieron la noche a mi mamá —y yo todavía le agradezco al personal por su atención—.

[5] DORA LA EXPLORADORA TAMBIÉN ES LA BAILADORA

Nosotros los adultos habíamos disfrutado del show nocturno, del karaoke, de la música en vivo, del open bar… pero creo que, a pesar de haber gozado muchísimo esas actividades, nada nos pudo preparar para la alegría que sentimos durante el desayuno con los personajes de Nickelodeon. Y sí, estoy hablando de nosotros los adultos.

Mis niñas han decidido que la mejor forma de expresar la felicidad es bailando, y muñeco que nos pasaba por el lado, muñeco que tenía que bailar con ellas. Por eso, Wanda de Los Padrinos Mágicos, Bob Esponja y hasta Dora La Exploradora tuvieron que dar sus pasitos con ellas.

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Aparte, ¿han visto que en los programas de Nick rebosan a los invitados de un líquido extraño verde, llamado “slime”? ¡Hasta eso nos tocó! Entre esa algarabía, fue casi como volver a ser chiquita junto a mis hijas.

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Ver la ilusión a través de los de mis niñas me hizo decir “Definitivamente, tenemos que volver”. Cuando recuerdo sus caritas, revivo las fotos, escucho cómo se sueñan con momentos que pasaron allá y pienso en la magia que nos envolvió durante ese fin de semana, yo misma vuelvo a conectar con esa ilusión infantil que todavía llevo dentro y que me hizo bailar y brincar todo el fin de semana.

Mis hijas, claro está, no dejan de preguntarme que cuándo volvemos. Y como lo sabrán los padres de niños pequeños, NADA da más carpeta que un niño cuando quiere algo. Pero, a juzgar por nuestra primera experiencia, esa segunda visita va, y pronto.

Fotos: Cortesía de Yadhira Pimentel